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Producción de agrocombustibles en el departamento de Piura (Perú): Los proyectos agrícolas modernos son menos eficientes que la agricultura familiar

Fuentes documentales

Roy, Averill. La captation des ressources et des richesses par les investissements agricoles à grande échelle. Analyse socio-économique comparée de différents secteurs de production dans la vallée du Chira. Janvier 2013. [Rapport de stage master 2 IEDES. 6 mois au sein d’AGTER et en collaboration avec le CEPES (Pérou).

La supervisión de las prácticas corrió a cargo de Michel Merlet y contó con la financiación del Comité Técnico «Tenencia de la Tierra y Desarrollo» (adscrito a la AFD Francia).

Resumen

Artículo de síntesis publicado por La Revista Agraria. # 167. Octubre 2014. Perú.

Ha sido redactado a partir del estudio elaborado en 2012 por A. Roy en la zona septentrional del Perú, en el marco de unas prácticas de seis meses en aGter, en colaboración con el Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES).

Salvo indicación en contrario, los datos proceden del informe «La captation des ressources et des richesses par les investissements agricoles à grande échelle. Analyse socio-économique comparée de différents secteurs de production dans la vallée du Chira». Enero de 2013.

En las postrimerías de los años sesenta, el Perú adoptó una de las reformas agrarias más radicales de América del Sur. Con objeto de eliminar las haciendas, el gobierno militar del General Velasco (1968-1975) sustituyó los antiguos latifundios de la costa del Pacífico por cooperativas agrícolas de enormes proporciones, cuya propiedad y manejo se confió a los trabajadores de las haciendas. Posteriormente, la mayoría de las cooperativas, debilitadas por las crisis de los años setenta y las disfunciones internas, se desmantelaron y las tierras se distribuyeron entre sus miembros, lo que dio lugar a una cantidad importante de pequeñas explotaciones agrícolas.

A partir de finales de los años ochenta, numerosos observadores identificaron la costa peruana como una región rentable para la inversión. Su clima desértico tropical y su dominio marítimo, favorable a las exportaciones, hacen del Perú una zona con un alto potencial de desarrollo agrícola, siempre que los cultivos se rieguen en permanencia. Las restricciones jurídicas a la llegada de nuevos capitales privados se fueron suprimiendo poco a poco, con objeto de desarrollar una economía de mercado y acelerar la comercialización de los derechos sobre la tierra.

Estepas de la región de Piura. Perú, 2012. © M. Merlet

Cabe citar el caso de la región Piura que, desde el año 2008, empezó a captar la atención de la inversión nacional e internacional con miras a la ejecución de proyectos agrícolas de caña de azúcar encaminados a producir bioetanol. La región reúne unas condiciones agrícolas excelentes debido a la abundante insolación y al caudal del río Chira, que irriga de forma constante las parcelas. Por ejemplo, la productividad de la caña de azúcar prácticamente duplica la del Brasil o los Estados Unidos. Dichos proyectos, que recurren a los últimos adelantos en materia de técnicas de producción, se presentan como una agricultura moderna e impulsora del crecimiento en la región.

En la actualidad, Piura concentra una gran parte de la producción de bioetanol del Perú gracias a esos emblemas de la agricultura moderna establecidos en la zona costera. Pero las recientes inversiones agrícolas se están instalando en una región en la que predomina la agricultura familiar. ¿Son la mejor opción para el desarrollo agrícola de la región?

Proyectos agroindustriales basados en tecnologías modernas e inocuas para el medio ambiente presentados como los nuevos adalides de la creación de empleo en el valle

Bananos y arroz campesinos. Piura, 2012. © M. Merlet

Esas inversiones se establecen en las estepas arbustivas de un valle dominado por la pequeña explotación agrícola. En el valle del Chira cerca del 95 % de las explotaciones disponen de menos de 10 hectáreas (Cenagro, 2012). El acceso de esas pequeñas explotaciones (infracapitalizadas y esencialmente familiares) al crédito, la formación y la asistencia técnica es limitado. La irrigación de las parcelas se realiza gracias a un sistema de riego por gravedad distribuido por canales primarios y secundarios, que en ocasiones sigue los trazados establecidos por las culturas preincaicas asentadas originariamente a orillas del río. La producción agrícola en el valle del Chira es diversificada, a saber, arroz, banano orgánico con certificación de comercio justo, limones, mangos, aguacates y otras frutas y verduras. Asimismo, hay algunos criadores de ganado ovino y bovino. Pero entre las explotaciones familiares predomina la producción de arroz, banano y limones en las márgenes del río y los canales de riego.

Caña de azucar regada por goteo. Piura 2012. © M. Merlet

En cambio, las grandes empresas recientemente instaladas utilizan las tecnologías más avanzadas para la producción agrícola, entre otras, máquinas teledirigidas por GPS que funcionan durante 24 horas; control del ciclo de producción y la fertilización gracias a sistemas de riego por goteo que permiten ahorrar agua; laboratorios biológicos y climatológicos que miden los valores de insolación y la calidad del suelo a fin de ajustar la cantidad de insumos necesarios; etc. Además, se les han concedido certificaciones que avalan sus prácticas agrícolas ecológicas (no uso de pesticidas; control biológico de las plagas por medio de la cría de insectos depredadores; sustitución de las prácticas de quema de hojas por el enterrado manual; reciclaje de los subproductos derivados de la producción de etanol; etc.) 1. Las tecnologías puntas a las que recurren forman parte del discurso que pretende defender que esas empresas son un claro ejemplo de modernidad: respetan el medio ambiente y los derechos laborales, crean empleo y promueven el desarrollo económico y social a través de las actividades de RSE (responsabilidad social de las empresas). Se presentan a sí mismas como un modelo opuesto al de la agricultura que predominaba hasta entonces en el valle.

Por tanto, los responsables de elaborar políticas consideran que la llegada de esos proyectos es una oportunidad para crear nuevos puestos de trabajo en zonas rurales poco desarrolladas y una fuente de ingresos fiscales para los gobiernos regionales 2.

El boom de los agrocombustibles se ha visto favorecido por la apropiación de la tierra y los recursos hídricos

Las condiciones del valle del río Piura resultaban favorables para que las empresas que disponían de capitales y acceso a los mercados internacionales tomaran el control de los recursos. Con el beneplácito del Estado, esas empresas consiguieron apoderarse de los recursos hídricos y las tierras necesarios para la explotación agrícola de un cultivo (la caña de azúcar), así como de un proceso industrial (la transformación en etanol), actividades que requieren un alto consumo de agua.

Cosechadoras de caña. Piura, 2012 © M. Merlet

En parte, dichas producciones se instalaron gracias al Proyecto Especial de Irrigación Chira-Piura, puesto que la última fase dio lugar a un avance de la frontera agrícola en las tierras áridas de cerca de 24.000 hectáreas. El Gobierno vendió tierras a un precio muy favorable, a condición de que las empresas desarrollaran su propia red de infraestructuras de riego. Debido a que carecían de un acceso directo a la red de canales de riego, instalaron un sistema de bombas eléctricas y depósitos que extraen el agua del río o los canales principales que bordean el río Chira.

Tras el desarrollo de esos proyectos, los pequeños agricultores próximos han observado una disminución sensible de la cantidad de agua disponible, lo que ha dado lugar a una situación que puede agravarse considerablemente en los próximos años 3.

Tabla 1 : Superficies de cultivo de las principales grandes explotaciones del valle del Chira (hectareas)
Empresasjunio 2012previsiones 2020
Comisa 15.000
Maple7.35613.936
Caña brava6.3448.000
Camposol2.8002.800
Dio Latina 10.000
Total16.50049.736

Por el momento, dos proyectos agroindustriales de bioetanol se encuentran en fase de producción (empresas Maple y Caña Brava). Pronto, un tercer proyecto iniciará la plantación de caña de azúcar (Comisa) y otras empresas han presentado solicitudes de compra de tierras al Gobierno Regional Piura. Entre esas empresas figura una que se propone sembrar 10.000 hectáreas (Dio Latina). Actualmente, cerca del 35 % de la superficie de regadío se agrupa en manos de Maple, Caña Brava y una tercera empresa, Camposol (2.800 hectáreas), que produce esencialmente frutas y especias destinadas a la exportación. Si el establecimiento y la expansión de los cultivos de caña de azúcar continúa como hasta ahora, ¡en 2020, sólo cinco empresas poseerán cerca del 60 % de la superficie de regadío del valle!

Tabla 2 : Concentración de la propiedad de la tierra en el valle del Chira
 hectareas% de superficies regadío total
Superficie agrícola utilizada por grandes explotaciones (junio de 2012)16.50020%
Superficies agrícolas utilizadas por grandes explotaciones (estimación 2020)49.73659%
Superficies de regadío en el valle (estimación)84.286100%

Entre retórica y realidad: subestimación del potencial económico de la agricultura familiar y ocultación de la baja eficiencia de la producción agroindustrial

Las pequeñas explotaciones agrícolas, infracapitalizadas y con escaso apoyo por parte de las políticas agrarias, suelen considerarse poco productivas y abocadas a hundirse en la pobreza. En general, se tiende a considerar que su producción es marginal y que su desaparición es inminente, propiciada por el establecimiento de explotaciones agrícolas modernas y más eficientes. Ese es uno de los principales argumentos a favor de la promoción de las inversiones agrícolas a gran escala.

Citricos y producción de alimentos básicos. Piura, 2012. © M.Merlet

No obstante, la investigación realizada en dos empresas que producen bioetanol (Caña Brava y Maple), así como entre los diferentes productores del valle del Chira, desmiente esas afirmaciones y pone de manifiesto el verdadero potencial de la agricultura familiar. Los pequeños agricultores, que recurren en mayor medida a la mano de obra que a la maquinaria agrícola, contratados para la producción de caña de azúcar alcanzan un rendimiento promedio de 140 toneladas por hectárea 4, equivalente al de las grandes explotaciones. Por otro lado, las grandes empresas industriales y las pequeñas explotaciones de caña de azúcar y limón generan un valor añadido 5 por hectárea comparable (alrededor de 10.000 soles, es decir, 3.704 dólares de los Estados Unidos). Como se indica en el cuadro que figura a continuación 6, las pequeñas explotaciones generan un volumen de negocios (producción bruta) considerable, puesto que giran en torno a los 12.000 soles (4.445 dólares de los Estados Unidos) en el caso de la caña de azúcar y el limón, y superan el doble en el caso del banano orgánico con certificación de comercio justo.

Tabla 3 : Resultados económicos de las explotaciones (promedio anual y por hectárea, en soles)
Tipos de explotación y de cultivoProducción brutaValor añadido
Grandes empresas productoras de caña de azúcar para la venta de bioetanol (7.000 hectáreas cultivadas)7
Sistema agroindustrial28.42711.869
Sistema agrícola11.518115
Pequeñas producciones agrícolas (entre 0,5 y 10 hectáreas cultivadas)8
Productores de caña de azúcar subcontratados12.4209.746
productores de limón13.12811.768
productores de banano orgánico26.96423.739

Por tanto, las grandes empresas Maple y Caña Brava generan menos riqueza (valor añadido) por hectárea que las explotaciones familiares próximas. Si se toma en consideración únicamente el aspecto agrícola de la producción, el valor añadido por hectárea es muy bajo debido a la alta mecanización 9. Dichas empresas producen la mayor parte del valor añadido a través del proceso industrial de transformación de la caña en etanol. Los precios de exportación de dicho agrocombustible son más elevados que los de la caña de azúcar no transformada.

Pero la gran diferencia entre las grandes empresas y las unidades de producción agrícolas se encuentra en el ámbito del empleo. La comparación de los puestos de empleo creados por ambos tipos de explotación revela que las grandes empresas no crean prácticamente empleo. Para una superficie de 46 hectáreas de plantación, se contrata una sola persona a tiempo completo. En cambio, en las explotaciones familiares, por una misma superficie de 46 hectáreas se generan cerca de 100 empleos en el sector agrícola.

Tabla 4 : Comparación del número de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo en las explotaciones
   
cantidad de hectáreas trabajadas146
personal activo en las grandes explotaciones de caña de azúcar100,021
personal activo en las pequeñas explotaciones1,9597,5

¡La diferencia entre los argumentos defendidos por esas grandes empresas y la realidad es considerable respecto de la eficiencia y la contribución al desarrollo económico de la zona!

La distribución del valor añadido: un elemento esencial para entender las decisiones económicas

Por su naturaleza y funcionamiento, y siempre que reciban un mínimo apoyo, las estructuras agrícolas familiares son capaces de potenciar el recurso a la mano de obra, al tiempo que presentan una productividad agrícola importante. Generan empleo, así como un mayor valor añadido que se destina esencialmente a retribuir a los trabajadores (agricultores y ganaderos familiares, así como trabajadores agrícolas, en su caso). Las empresas generan un alto valor añadido en el conjunto de sus explotaciones (alrededor de 31 millones de dólares de los Estados Unidos al año), aunque en términos generales ese valor es bajo si se tiene en cuenta la hectárea. Además, el valor añadido que generan se destina principalmente a la retribución de los accionistas y dirigentes y al pago de los intereses bancarios que financian las inversiones. A diferencia de lo que ocurre en el contexto de la agricultura familiar, el valor añadido se destina ante todo a los agentes que poseen el capital.

Los dos gráficos que figuran a continuación reflejan esa diferencia fundamental entre ambas formas de producción.

Esa distribución del valor añadido ayuda a comprender las decisiones tomadas por los inversores, puesto que explica la importancia de la retribución de las inversiones, la eficiencia financiera de los proyectos y sus correspondientes índices internos de rentabilidad.

El trabajo agrícola no es un coste de producción en el marco de una unidad de producción agrícola, ya que permite a los miembros de la familia obtener ingresos e invertirlos en los años ulteriores. Es completamente diferente en el marco de las empresas basadas en el trabajo asalariado. Para esas empresas, el objetivo es maximizar las ganancias y la retribución de las inversiones, así que el trabajo constituye un coste de producción.

Cuando los dirigentes de un país deciden atraer la inversión agrícola a gran escala, se decantan por las actividades económicas que no crean empleos por unidad de superficie y cuya riqueza económica se destina especialmente a un grupo reducido de personas, los agentes que poseen el capital, y no a los agricultores y trabajadores agrícolas. En teoría, los impuestos que gravan las ganancias de esas empresas deberían contribuir al desarrollo de los servicios públicos, de los que carece ampliamente el valle (servicios sanitarios, educativos, acceso al agua potable, carreteras, etc.), pero aunque Maple abona cada año al menos 500.000 dólares de los Estados Unidos al Gobierno Regional Piura, no se observan cambios considerables para las poblaciones rurales circundantes.

Tales modalidades de distribución del valor añadido refuerzan en gran medida las desigualdades económicas entre los individuos.

Desde ahora cabe la posibilidad de elaborar políticas que apoyen un desarrollo que cree empleo y sea más eficiente y justo

Sin duda, el establecimiento de las empresas ha dado lugar a la creación de nuevos empleos, agrícolas e industriales, en zonas que anteriormente eran desérticas. ¿Pero es esa realmente la mejor opción posible? ¿Brindan esas empresas una oportunidad al proceso de desarrollo regional?

Los datos que figuran más arriba muestran la contribución social de las explotaciones agrícolas a gran escala y a pequeña escala por separado. Así pues, la cuestión no es analizar la situación previa y posterior a la llegada de esas nuevas empresas al territorio, tal como se hace habitualmente, sino examinar diferentes opciones posibles y medir el interés que tiene para la región la captación de ese tipo de grandes inversiones en materia de desarrollo económico.

En un país en el que el 30 % de la población sufre malnutrición, el sector agrícola debe tratar de ser lo más productivo posible y, a la vez, cubrir la demanda de alimentos. Si bien las poblaciones rurales son las más afectadas por la pobreza y la malnutrición, la promoción de estructuras agrarias que generen más riqueza y puestos de trabajo hará posible que un sector más amplio de la población acceda a mejores condiciones de vida, así como que sus hijos vayan a la escuela.

Es notoria la dificultad para que las grandes empresas proporcionen datos económicos fiables y claros. Esas empresas basan su discurso en una serie de compromisos voluntarios articulados en torno a las principales preocupaciones de la sociedad de principios del siglo XXI (como la ecología y la lucha contra la pobreza) en los que se apoyan para justificar sus numerosas certificaciones, pero no facilitan ningún dato económico verificable. Los resultados que hemos presentado contribuyen a deconstruir sus estrategias de comunicación.

Pequeño productor del valle del Chira. Piura. 2012. © M.Merlet

Los nuevos empleos que crean siguen siendo absolutamente insignificantes en comparación con los que podrían crearse si se consolidaran las unidades de producción campesinas ya presentes en el valle. A tal efecto, los pequeños productores tendrían que poder beneficiarse, al igual que las grandes empresas, de acceso a la tierra, los mercados y el crédito, así como de la posibilidad de organizarse para gestionar sus recursos. El ejemplo de los productores de banano con certificación de comercio justo en el ámbito de la reforma agraria del valle del río Piura pone de manifiesto que ello es perfectamente posible y que el recurso a capitales externos no tiene por qué constituir la única alternativa posible 11.

A día de hoy es primordial exigir a las empresas y al Estado una verdadera transparencia en la utilización de los recursos y los fondos públicos con miras a que cada ciudadano sea capaz de valorar por sí mismo el interés de dichos proyectos agroindustriales. Asimismo, debe fortalecerse la capacidad de las organizaciones de la sociedad civil y las universidades de modo que puedan realizar análisis necesarios para comprender la evolución y escojan la mejor opción de desarrollo que beneficie a un mayor número de personas y a las generaciones futuras.

En la práctica, el desarrollo reciente de los grandes proyectos agroindustriales de producción de bioetanol se refleja hoy en día en una intensificación de la competencia por los recursos hídricos y la tierra que pone en peligro las explotaciones familiares próximas —incluso las más interesantes para la sociedad en su conjunto— y contribuye de forma insignificante al desarrollo económico de la zona.

Por ende, las políticas agrícolas deberían apoyar ampliamente las estructuras agrarias más eficientes, mediante la adopción de políticas firmes de apoyo a la agricultura familiar. En la región Piura, y sin duda de forma general en el conjunto de las regiones costeras del Perú, las políticas de acceso a la tierra ganada al desierto deberían facilitar el acceso a pequeños productores y no a dichos proyectos.

Documento producido con el apoyo del proyecto mobilizador «Apoyo a la elaboración de políticas de tierra» dirigido por el Comité technique « Foncier et développement ». Su contenido solamente es la opinión de sus autores y no refleja la posición del Gobierno Francés ni del Comité technique « Foncier et développement »

1 Dichas empresas destacan los esfuerzos desplegados en materia de reciclaje de los subproductos derivados de la producción de etanol (vinaza, bagazo y agua de lavado) y de las aguas residuales, así como su autonomía en la producción de energía generada por la fábrica de transformación. La empresa, que se dota de generadores alimentados por los residuos derivados del cultivo y el bagazo (residuo fibroso obtenido durante la extracción del agua dulce de la caña), consigue generar un excedente de energía que posteriormente vende al Estado.

2 El Gobierno regional firmó un convenio con la empresa Maple obligándola a abonar 500.000 dólares de los Estados Unidos al año durante 20 años.

3 Un estudio realizado por el Proyecto sobre bioenergía y seguridad alimentaria de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) revela que la disponibilidad de los recursos hídricos se encuentra amenazada por el aumento de la superficie de cultivo de la caña de azúcar en el valle del Chira. Ramos Taipe, C. L. (2010). Metodología aplicada en el análisis de los efectos de la producción de cultivos bioenergéticos sobre la disponibilidad de recursos hídricos: el caso del sistema Chira, Bioenergía y seguridad alimentaria en el Perú. Roma: FAO.

4 Véase «Agriculture contractuelle pour la production d’agrocarburants dans le nord-Pérou : un modèle de développement pour l’agriculture familiale ?», A. Roy, 2013.

5 El «valor añadido» se obtiene deduciendo del rendimiento bruto (producto comercializado o para consumo propio), por un lado, el conjunto de insumos intermedios empleados durante un año, y por otro lado, la amortización económica del capital fijo utilizado en el proceso productivo, cuya depreciación abarca varios años. (H. Cochet y M. Merlet. Accaparement des terres agricoles et répartition de la valeur ajoutée : la captation de la rente foncière revisitée. Comunicación dirigida a la conferencia internacional Global Land Grabbing celebrada en Brighton. Institute of Development Studies. 6-8 abril de 2011. Disponible en inglés y francés.).

6 Los datos se han extraído de un modelo financiero elaborado a partir de los datos proporcionados por las empresas Maple y Caña Brava, así como del estudio realizado en las explotaciones bananeras de la zona de Huangalá y entre los productores de limón de la zona de Cieneguillo.

7 A efectos de realizar la comparación, se ha diferenciado el sistema de producción agrícola del sistema de producción agroindustrial global. En consecuencia, la caña de azúcar consumida por el sistema agroindustrial se ajusta al precio necesario para cubrir los costes de producción, lo que equivale aproximadamente a 82,3 soles por tonelada. Los resultados se corresponden con un promedio anual calculado sobre la totalidad de la duración del proyecto (20 años). En el sistema agroindustrial, la producción es el etanol, evaluada en litros por hectárea. En el caso de los productores de caña subcontratados, el precio de compra de la caña es de 86 soles por tonelada.

8 Los resultados relativos a las pequeñas explotaciones engloban el conjunto de los recursos generados por la explotación. A efectos del presente estudio, las explotaciones se distribuyen en función del cultivo destinado a la venta que predomina en las parcelas. Asimismo, dependiendo de las explotaciones, algunos productores dedican, aunque en menor medida, una parte de sus tierras a la producción de judías, arroz, maíz, aguacates, mangos, ciruelas, pimientos, etc. o a la ganadería ovina y caprina (leche y carne) para el consumo propio o la venta.

9 Ello sigue siendo válido aun en caso de que se tome como referencia el precio abonado a los productores subcontratados por la empresa.

10 Se trata de promedios para el conjunto de las pequeñas empresas sometidas a estudio.

11 Véase «La production de banane biologique et équitable dans la vallée du Chira: un modèle de réussite pour le maintien de l’agriculture familiale?», A. Roy, 2013.

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